En estos últimos años hemos visto un desarrollo envolvente
para nuestra sociedad, nuestra estabilidad económica ha sido envidiada por
grandes potencias, y cada vez más en la televisión y diversos medios de
comunicación nos hablan de un progreso constante y secuencial.
Es ahí donde nace la incógnita, si somos un país que avanza
cada día y poco a poco los índices de progreso son tan gratificantes: ¿Por qué
la mayoría de peruanos, hombres mujeres, niños, adolescentes, jóvenes y hasta
bebes recién nacidos son parte de las tan lamentables estadísticas de la
violencia? Y es que todas las personas
en esta época conviven con el temor de
ser un número más, un caso más, una triste historia que puedan contar o ser el
motivo de una investigación en cuestión y no poder relatar tan lamentables
hechos de los que se ha sido víctima.
Hace algunos años a tras una persona podía salir a la calle a
dar una vuelta sin preocuparse que podía ser víctima de un robo al paso, de un
secuestro expreses, o ser víctima de su propia pareja, o hasta inclusive ser
violentado sexualmente.
Al hablar de violencia engloba una infinidad de casos y
situaciones, un listado muy grande de agresiones o acciones que son
consideradas violentas para cualquier persona, ya sea de manera física o
verbal.
Es tan alarmante ver cifras de 100.000 casos de violencia al
año, esto nos demuestra que la seguridad se quedó marcada en simples palabras y
no acciones ya que no se puede confiar en nada ni nadie a estas alturas.
En paralelo la tecnología y sus avances nos facilitan y
mejoran el estilo de vida, así como dan un nuevo enfoque a la creatividad de las personas que son causantes de esta
violencia.
Si Hablamos de delincuencia, las diferentes bandas
delincuenciales, cometen sus fechorías de la manera más atroz que se pueda ver,
matando a sangre fría por un celular, quitándole lo más valioso a una persona
la inocencia en algunos casos y hasta la vida.
Por otro lado, es tan gracioso como los informes especiales
de diversos noticieros muestran no solo modalidades para estar seguros en casa,
u otro lugar, sino que también muestran a nuestros tan hábiles delincuentes
como cometer sus fechorías.
En un hogar, que debería ser la fuente de amor y unión, como
nos enseñaron desde pequeños, observamos casos uno tras otro más alarmante,
violencia familiar, padres a hijos, hijos a padres, etc.
Es tan penoso no poder confiar ni en la propia familia, ¿cómo
es que se puede dar la violencia en el lugar donde nos desarrollamos de manera
diaria? es una gran pregunta con infinidad de respuestas.
No sabría decir con exactitud si estos pensamientos nos
llevan a la reflexión o simplemente a recordar lo que vivimos diariamente y a
decir tristemente que alguna vez la mayoría de personas hemos sido parte y seguimos
siendo números en tan lamentables estadísticas.
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